Por aquello de estar un paso por delante, voy a hablar de Trabajo distribuido en vez de Teletrabajo.
El término Teletrabajo, o sea ‘trabajo a distancia’ seguro que lo conocéis todos. Está de moda y sobre todo desde la pandemia en marzo de 2020 no hemos parado de oírlo. He participado en ayudar a decenas de personas (creo que he superado la centena) a teletrabajar.
Pero el término se me queda corto y prefiero el de trabajo distribuido. Esto es, trabajar dónde haya que trabajar. Imagina que visitas a un cliente. Seguro que te gusta aprovechar nuestra aplicación de móvil para consultar información o incluso tomar un pedido. Así que estás trabajando y además en el sitio adecuado, o sea en el cliente.
Y que pasa si mañana vas por trabajo a un congreso en otro país. Estás en el sitio adecuado y con nuestra aplicación puedes trabajar.
Soy un defensor del trabajo distribuido. Y perdonad que además me considere pionero del término. Lo lleva promoviendo desde comienzos de siglo. Además desde hace unos años tenemos las herramientas y conceptos maduros como para defender un trabajo distribuido óptimo
Creo que debo empezar por aclarar una diferencia con la mayoría de herramientas de ‘teletrabajo’ con las que me crucé al inicio de la pandemia. El concepto que ellos tenían era que en tu casa puedes tener una pantalla con las mismas aplicaciones que en la oficina. Es un concepto equivocado. Falta lo importante. Lo importante es que la información esté en el ordenador.
Cuando estás en la oficina es fácil preguntar a un compañero un dato que no sepas. Por ejemplo ¿dónde está el presupuesto pendiente de un cliente? Con el trabajo distribuido no tienes a ese compañero al lado, así que tienes que localizar el presupuesto en el ordenador. Cuando las cosas están en su sitio es muy fácil. Ahorras tiempo y ganas eficacia. El trabajo distribuido no tiene sentido sin esa buena organización.