He adaptado este pequeño cuento que he leído de distintas formas y por distintas vías en Internet. Algún día me gustaría hablar de cómo se propagan los cuentos, las leyendas urbanas y otras historias, tanto antes como durante la era internet. Es un tema por el que siempre he tenido curiosidad.
Esta historia la cuento de vez en cuando a alguno de nuestros clientes a ver si consigo que se planteen algunas necesidades evidentes de organización.
Dice el cuento lo siguiente:
Hace mucho tiempo en una zona maderera de uno de esos lugares de cuyo nombre no queremos acordarnos, el encargado de recibir las maderas de los leñadores observó que habitualmente uno de ellos llegaba más tarde que los demás y traía menos leña. Vio que era fuerte y joven, así que le extrañaba el hecho. Y cada vez llegaba más tarde y con menos leña. Pensó que era poco trabajador. De haber sido un antepasado de Merkel posiblemente lo hubiera achacado al carácter latino del mismo a diferencia del aspecto ario del resto. Pero ese dato no era real y además todavía los mercados no mandaban al nivel actual.
Así que el encargado un día se dio una vuelta por el bosque dónde trabajaban los leñadores y buscó a nuestro ineficaz amigo. En cuanto lo vio entendió el problema y supo su solución.
‘Pero hombre, ¿qué haces? ¿no te da cuentas de que tienes el hacha sin afilar y no corta bien los troncos?’
Qué fácil solución, ¿verdad? Pues no, no se resolvió.
El leñador lo miró con desprecio y le respondió:
‘¿Y qué quieres que haga si tengo que cortar estos árboles y no me queda tiempo para afilar el hacha?’
Ese es el problema que tenemos habitualmente para producir: No invertimos un poquito en organización y perdemos mucho.
Y desgraciadamente eso ocurre mucho en la pyme española. Así que me he propuesto aumentar nuestra actividad a base de predicar que afilemos las hachas.
Me he quedado con una duda así que lo pregunto:
¿Cuál de los dos títulos hubiera sido mejor para este artículo?:
– El cuento del leñador improductivo
– Hay que afilar el hacha